Un "Workilómeter" es una persona que se aferra a un ritmo de vida que incluye muchas horas en el vehículo para trasladarse de su casa a su lugar de trabajo.
Pero, ¿por qué se da este fenómeno? Vivir en una ciudad en crecimiento tiene muchas ventajas, como la oferta de servicios urbanos derivado del crecimiento económico acelerado, el acceso a mejores oportunidades educativas y laborales y la amplia gama de actividades recreativas. Sin embargo, esto es un arma de doble filo: si bien el atractivo de servicios de última generación es innegable, también trae consigo graves problemas: la contaminación, la falta de espacio, el encarecimiento que compromete la calidad de vida, el estrés y mucho más. En ese momento cabe preguntarse ¿este estilo de vida está valiendo realmente la pena?, ¿los beneficios sobrepasan a los perjuicios?, ¿está en mis manos cambiar esta situación?, y de ser así: ¿qué estoy dispuesto a hacer para lograrlo?
¿Piensas que puedes ser un Workilómeter? Vamos a hacer un simple test: ¿Alguna vez te has dicho alguna de las siguientes frases?
Si respondiste que sí a más de tres, no hay que buscarle mucho más: Eres un "Workilómeter", vives en el auto y ya te acostumbraste a estar siempre entre tu casa, la oficina y las cosas que quieres hacer. El tráfico es inevitable, cuando hay ciertas circunstancias, pero ¿de verdad crees que valga la pena pasar tanto tiempo atascado entre autos?
La densidad del tráfico es un problema que puede salirse de control. Los habitantes de la Ciudad de México, por ejemplo, pasan aproximadamente dos horas diarias atorados en el tráfico. Eso da un gran resultado de diez horas a la semana, 40 horas mensuales, 21 días al año. Y considerando que la vida laboral de una persona es de 40 años, entonces tenemos un gran total de 2.4 años perdidos en el tráfico. Eso sin contar a las personas que pasan mucho más tiempo atoradas en embotellamientos.
Por supuesto, en Mérida el problema no es tan grave, pues las distancias aún son relativamente cortas entre el lugar en el que vives y tu lugar de trabajo. Sin embargo, tomando en cuenta que el traslado promedio de una persona es de 20 minutos, siguiendo la regla anterior llegamos al resultado de 86 horas anuales perdidas en el tráfico, y la cifra no irá disminuyendo.
Siguiendo la regla anterior llegamos al resultado de 86 horas anuales perdidas en el tráfico, y la cifra no irá disminuyendo.
Pasar tanto tiempo frente al volante es peligroso, la falta de tiempo es un inevitable factor que te llevará a la ingesta de alimentos poco saludables, a la falta de actividad física y al sedentarismo.
Y no sólo eso, tus relaciones familiares podrán verse afectadas por la falta de tiempo y dedicación. Tus pendientes personales se irán acumulando y tendrás que dedicar tu tiempo libre para resolverlos, lo que involucra más y más tiempo transportándote. Si tienes hijos no podrás supervisar su desempeño escolar, tu pareja puede presentar una huella de abandono y eso sin hablar de la vida social, que tendrá que desarrollarse en espacios muy cercanos a tu centro de trabajo o en los fines de semana, pudiendo repercutir en otras actividades. No sólo eso: esta pérdida de tiempo también puede afectar el desempeño laboral, pues las horas pasadas en el tráfico son agotadoras y estresantes.
Para combatir el fenómeno de los Workilómeters se necesita todo un cambio en la mentalidad empresarial, tanto las organizaciones como los mandos medios deben entender que trabajan con personas. Muchas empresas han solucionado esto con la imposición de un día a la semana de trabajo en casa y con esto han logrado incrementar la productividad y disminuir el nivel de estrés de sus empleados.
Otra opción, para quienes pueden, es cambiar de trabajo, buscando su cercanía con el hogar, o cambiar de residencia a otra sede de la misma empresa. A todos les viene bien un cambio de aire y ambiente. En especial cuando la transferencia va de una ciudad más agitada a una más tranquila o dentro de una mejor ubicación en la misma ciudad.
Para reducir los trayectos y optimizarlos, es necesaria una correcta planeación de la vivienda y las vías públicas. Afortunadamente, en nuestra ciudad han comenzado a surgir desarrollos residenciales que revaloran la idea de una ciudad caminable. Los lotes residenciales en Mérida han dejado de ser solamente una cantidad de metros cuadrados en los que invertir: ahora se proyectan alrededor de verdaderas comunidades planeadas que permitirán a sus habitantes vivir, trabajar y recrearse sin necesidad de abordar el auto y apostando por el uso de transportes más amigables tanto para el medio ambiente como para sus habitantes.